la apertura de colegios se hace cada vez más necesaria
El pasado 4 de julio, se dio a conocer que pronto iniciarían algunos pilotos para dar apertura a las iglesias del país. Con la más reciente ampliación del llamado “aislamiento preventivo”, el Presidente Duque anunció, también, que en los municipios donde la tasa de contagio es baja podrán reactivarse los gimnasios y teatros, por ejemplo. En ciudades como Cali y Medellín, se están realizando pruebas para la reapertura de restaurantes en algunas zonas de la ciudad. Incluso, ya se aprobó el primer plan piloto para realizar ciertos vuelos nacionales.
¿Por qué no estamos dando los mismos pasos para la reactivación de los colegios, jardines y centros de cuidado infantil? Según una investigación del New York Times, donde participaron más de 500 epidemiólogos y profesionales de la salud, que los niños vayan al colegio representa un nivel medio de riesgo, mientras que asistir a iglesias y bares, entre otras, son actividades que tienen uno alto. Sumado a lo anterior, un estudio de Hsiang et al (2020) muestra que en países como Italia, Francia y Estados Unidos, el cierre de los colegios no tuvo efectos en tasa de contagios. Evidentemente, los actores del sector educativo tienen menos capacidad de incidir en las decisiones del Gobierno en comparación con otros grupos como las iglesias pero, desde la comunidad educativa, es necesario hacer visibles los problemas que conlleva la no apertura de los colegios y centros de cuidado infantil.
A pesar de que los niños tienen un menor riesgo de infección que los adultos, llevan más de 100 días en cuarentena. Se ha demostrado que el confinamiento genera en los niños una carga excesiva de estrés, que afecta su proceso de aprendizaje, y aumenta el riesgo de ser afectados por la violencia intrafamiliar. Según un reporte reciente del BID, el impacto de la pandemia en el desarrollo físico, mental y emocional de los niños puede ser devastador tanto a corto como a largo plazo.
A pesar de los altos costos que el encierro tiene para el desarrollo de habilidades socioemocionales en los niños, ha primado el temor por parte de los padres y algunos docentes frente a los posibles riesgos de contagio, así como la falta de información. Sin embargo, no debemos permitir que el miedo nos paralice. Es necesario buscar alternativas que permitan a los niños continuar con su proceso de aprendizaje, a la vez que se protege su bienestar en medio de la pandemia.
Como se ha hecho en otros sectores, es posible diseñar planes piloto para la reapertura paulatina de los colegios y centros de cuidado infantil. Las Secretarías de Educación y Salud pueden emitir certificaciones de salubridad de los centros que cumplan con los protocolos de bioseguridad necesarios. Para esto, las instituciones educativas pueden establecer varias jornadas donde se alterne la asistencia de los niños, reducir el tamaño de los grupos, tener planes de monitoreo y seguimiento a la salud de los estudiantes y del personal de los colegios, y protocolos de distanciamiento, por nombrar algunos ejemplos que las investigaciones en el tema sugieren.
No es una tarea fácil y, sin duda, serán muchos los desafíos que traerá la apertura de los colegios, jardines infantiles y centros de cuidado. Pero contamos con la experiencia de otros países que ya lo han hecho y podemos aprender de ellos. Contamos, además, con expertos en educación y salud que pueden aportar a la discusión con buenas ideas y recomendaciones, con el fin de darles a los niños un pronto regreso al lugar donde desarrollan su potencial físico, mental y emocional.
Natalia Martín Cuéllar
Estudiante de Gobierno y asuntos públicos y ciencia política
¿Por qué no estamos dando los mismos pasos para la reactivación de los colegios, jardines y centros de cuidado infantil? Según una investigación del New York Times, donde participaron más de 500 epidemiólogos y profesionales de la salud, que los niños vayan al colegio representa un nivel medio de riesgo, mientras que asistir a iglesias y bares, entre otras, son actividades que tienen uno alto. Sumado a lo anterior, un estudio de Hsiang et al (2020) muestra que en países como Italia, Francia y Estados Unidos, el cierre de los colegios no tuvo efectos en tasa de contagios. Evidentemente, los actores del sector educativo tienen menos capacidad de incidir en las decisiones del Gobierno en comparación con otros grupos como las iglesias pero, desde la comunidad educativa, es necesario hacer visibles los problemas que conlleva la no apertura de los colegios y centros de cuidado infantil.
A pesar de que los niños tienen un menor riesgo de infección que los adultos, llevan más de 100 días en cuarentena. Se ha demostrado que el confinamiento genera en los niños una carga excesiva de estrés, que afecta su proceso de aprendizaje, y aumenta el riesgo de ser afectados por la violencia intrafamiliar. Según un reporte reciente del BID, el impacto de la pandemia en el desarrollo físico, mental y emocional de los niños puede ser devastador tanto a corto como a largo plazo.
A pesar de los altos costos que el encierro tiene para el desarrollo de habilidades socioemocionales en los niños, ha primado el temor por parte de los padres y algunos docentes frente a los posibles riesgos de contagio, así como la falta de información. Sin embargo, no debemos permitir que el miedo nos paralice. Es necesario buscar alternativas que permitan a los niños continuar con su proceso de aprendizaje, a la vez que se protege su bienestar en medio de la pandemia.
Como se ha hecho en otros sectores, es posible diseñar planes piloto para la reapertura paulatina de los colegios y centros de cuidado infantil. Las Secretarías de Educación y Salud pueden emitir certificaciones de salubridad de los centros que cumplan con los protocolos de bioseguridad necesarios. Para esto, las instituciones educativas pueden establecer varias jornadas donde se alterne la asistencia de los niños, reducir el tamaño de los grupos, tener planes de monitoreo y seguimiento a la salud de los estudiantes y del personal de los colegios, y protocolos de distanciamiento, por nombrar algunos ejemplos que las investigaciones en el tema sugieren.
No es una tarea fácil y, sin duda, serán muchos los desafíos que traerá la apertura de los colegios, jardines infantiles y centros de cuidado. Pero contamos con la experiencia de otros países que ya lo han hecho y podemos aprender de ellos. Contamos, además, con expertos en educación y salud que pueden aportar a la discusión con buenas ideas y recomendaciones, con el fin de darles a los niños un pronto regreso al lugar donde desarrollan su potencial físico, mental y emocional.
Natalia Martín Cuéllar
Estudiante de Gobierno y asuntos públicos y ciencia política