el valor de una vida
Durante esta pandemia nos enfrentamos a decisiones y preguntas en extremo difíciles, muchas de ellas sin solución correcta ¿Cuánto tiempo deberíamos permanecer en cuarentena? ¿Cuánto debería endeudarse el gobierno? ¿Cómo garantizarle un mínimo de subsistencia a millones de personas? Intentaré explicar mi perspectiva, como economista, para enriquecer el debate sobre estas preguntas.
Llevamos en cuarenta desde el 26 de marzo y el presidente Duque ha anunciado un nuevo aplazamiento hasta el 11 de mayo. Si los gobernantes deciden alargar la cuarentena (y suponemos que son benevolentes), es porque creen que eso va a aumentar la utilidad de la sociedad, lo que incluye a la sociedad de mañana, pasado y la que tendremos en 5 años. Debieron tener en cuenta los altísimos costos que implica extender el periodo de aislamiento y sopesarlos con sus beneficios. Así, según el gobierno, los beneficios exceden los costos. Sin embargo, creo que esa balanza va a voltear más temprano que tarde.
Para empezar, el costo marginal de un día extra de cuarenta parece ser creciente. Esto significa que el costo de aumentar un día más la medida es cada vez mayor si se compara con el costo del día anterior. ¿Qué explica el aumento en estos costos? El agotamiento de los recursos de las personas más vulnerables, el control sobre la población que va a ser cada vez más complicado y las implicaciones del aumento en la deuda del gobierno como la pérdida de confianza de los inversionistas extranjeros.
Para poner en perspectiva los puntos anteriores: según la Universidad de los Andes, cada mes de cuarentena le cuesta 1.25% del PIB anual al país, esto sin contar las nuevas transferencias implementadas por el Gobierno, que cada mes cuestan alrededor de 0.3% del PIB anual. Así, el déficit llegaría al 8% en este año. Cabe resaltar que las medidas de cuarentena son regresivas.. Como lo muestran Mongey y coautores (2020), los trabajos que no se pueden hacer desde el hogar tienen un 25% más de probabilidad de tener un salario por debajo del salario mediano y un 12% más de probabilidad de tener bajos ahorros líquidos comparados al ingreso. Esto muestra que quienes tienen menor posibilidad de teletrabajar, suelen tener menores salarios y mayor participación en el sector informal, lo que los deja aún más expuestos a la crisis y tienen menos capacidad para superarla.
Por otro lado, el Gobierno Nacional ha tenido un tiempo prudente para hacer inversiones importantes en salud. Para esto creó el FOME, ahora con más de 20 billones de pesos, cerca del 2% del PIB. Adicionalmente, el sector salud recibió 6 billones de pesos, 19% del presupuesto anual del sector, para fortalecerse y alistarnos para lo peor. Ahora, vuelvo a las preguntas iniciales, ¿cuándo podemos decir que estamos listos? Por la capacidad del Estado colombiano probablemente nunca, la pregunta correcta tal vez sea: ¿Cuánto estamos dispuestos a pagar por alargar la vida? Una pregunta en extremo difícil, pero que el Estado tiene que tomar todos los días. Al apagar nuestra producción para salvar vidas le estamos dando implícitamente un valor a la vida. Pero ¿las vidas futuras? Como mencioné anteriormente, la cuarentena debe ser lo mejor para la sociedad ahora y en el mediano plazo. Si gastamos todo hoy, ¿qué será de las vidas de mañana? Ya mencioné algunos de los costos de la cuarentena que pueden afectar las vidas venideras. No podemos pretender gastar recursos ilimitados para enfrentar el COVID-19 o pretender que las vidas hay que salvarlas sin importar el costo porque, quiérase o no, tienen un costo. En lo que viene, también tendremos que financiar y asegurar escuelas, hospitales, carreteras, agua, trabajo, ocio, bienestar. Habrá que poner un límite. No podemos sacrificar la educación, la alimentación o la salud de mañana por unas vidas hoy. Las vidas de mañana también deben tener la oportunidad de vivir y vivir dignamente.
Para lograrlo tenemos que empezar a reabrir la economía paso a paso para que pueda sobrevivir. Empezar con el sector de manufactura y construcción creo que es un buen comienzo. Así como le damos un valor a la vida de hoy, tomemos las mejores decisiones para que mañana le podamos otorgar a esas vidas ese o aún más valor.
Gabriel Jaramillo
Estudiante de Economía
Llevamos en cuarenta desde el 26 de marzo y el presidente Duque ha anunciado un nuevo aplazamiento hasta el 11 de mayo. Si los gobernantes deciden alargar la cuarentena (y suponemos que son benevolentes), es porque creen que eso va a aumentar la utilidad de la sociedad, lo que incluye a la sociedad de mañana, pasado y la que tendremos en 5 años. Debieron tener en cuenta los altísimos costos que implica extender el periodo de aislamiento y sopesarlos con sus beneficios. Así, según el gobierno, los beneficios exceden los costos. Sin embargo, creo que esa balanza va a voltear más temprano que tarde.
Para empezar, el costo marginal de un día extra de cuarenta parece ser creciente. Esto significa que el costo de aumentar un día más la medida es cada vez mayor si se compara con el costo del día anterior. ¿Qué explica el aumento en estos costos? El agotamiento de los recursos de las personas más vulnerables, el control sobre la población que va a ser cada vez más complicado y las implicaciones del aumento en la deuda del gobierno como la pérdida de confianza de los inversionistas extranjeros.
Para poner en perspectiva los puntos anteriores: según la Universidad de los Andes, cada mes de cuarentena le cuesta 1.25% del PIB anual al país, esto sin contar las nuevas transferencias implementadas por el Gobierno, que cada mes cuestan alrededor de 0.3% del PIB anual. Así, el déficit llegaría al 8% en este año. Cabe resaltar que las medidas de cuarentena son regresivas.. Como lo muestran Mongey y coautores (2020), los trabajos que no se pueden hacer desde el hogar tienen un 25% más de probabilidad de tener un salario por debajo del salario mediano y un 12% más de probabilidad de tener bajos ahorros líquidos comparados al ingreso. Esto muestra que quienes tienen menor posibilidad de teletrabajar, suelen tener menores salarios y mayor participación en el sector informal, lo que los deja aún más expuestos a la crisis y tienen menos capacidad para superarla.
Por otro lado, el Gobierno Nacional ha tenido un tiempo prudente para hacer inversiones importantes en salud. Para esto creó el FOME, ahora con más de 20 billones de pesos, cerca del 2% del PIB. Adicionalmente, el sector salud recibió 6 billones de pesos, 19% del presupuesto anual del sector, para fortalecerse y alistarnos para lo peor. Ahora, vuelvo a las preguntas iniciales, ¿cuándo podemos decir que estamos listos? Por la capacidad del Estado colombiano probablemente nunca, la pregunta correcta tal vez sea: ¿Cuánto estamos dispuestos a pagar por alargar la vida? Una pregunta en extremo difícil, pero que el Estado tiene que tomar todos los días. Al apagar nuestra producción para salvar vidas le estamos dando implícitamente un valor a la vida. Pero ¿las vidas futuras? Como mencioné anteriormente, la cuarentena debe ser lo mejor para la sociedad ahora y en el mediano plazo. Si gastamos todo hoy, ¿qué será de las vidas de mañana? Ya mencioné algunos de los costos de la cuarentena que pueden afectar las vidas venideras. No podemos pretender gastar recursos ilimitados para enfrentar el COVID-19 o pretender que las vidas hay que salvarlas sin importar el costo porque, quiérase o no, tienen un costo. En lo que viene, también tendremos que financiar y asegurar escuelas, hospitales, carreteras, agua, trabajo, ocio, bienestar. Habrá que poner un límite. No podemos sacrificar la educación, la alimentación o la salud de mañana por unas vidas hoy. Las vidas de mañana también deben tener la oportunidad de vivir y vivir dignamente.
Para lograrlo tenemos que empezar a reabrir la economía paso a paso para que pueda sobrevivir. Empezar con el sector de manufactura y construcción creo que es un buen comienzo. Así como le damos un valor a la vida de hoy, tomemos las mejores decisiones para que mañana le podamos otorgar a esas vidas ese o aún más valor.
Gabriel Jaramillo
Estudiante de Economía