La prohibición no es la solución: el caso de los plásticos de un sólo uso
Hace unas semanas, se celebró un acontecimiento ambiental a nivel internacional: Chile se convirtió en el primer país de América Latina en eliminar las bolsas plásticas de un solo uso en el comercio. Varios ambientalistas colombianos expresaron su felicidad por la implementación de esta política pública ambiental y llamaron a que se tome la misma iniciativa en el país, luego de que se hundiera en el Congreso una medida similar. Aunque es importante reducir la producción y el consumo de estos plásticos para garantizar los derechos conexos a un medio ambiente sano, considero que el ejercicio adecuado de una política pública efectiva es el que plantea el profesor Eugene Bardach: hacer una lista de las alternativas viables para solucionar un problema que permita reflexionar sobre cuál es la medida más adecuada. ¿Será el reciclaje nuestra alternativa viable para solucionar el problema de los plásticos de un solo uso?
Los plásticos de un solo uso, como menciona la ONU en la Hoja informativa de Diseñadores de Políticas Públicas, son los más perjudiciales para el medio ambiente. Las implicaciones del uso indiscriminado del plástico no se limitan a cuestiones ambientales dado que, estas últimas, por conexidad, afectan la salud y la vida de las personas. La implementación de una política pública, guiada al buen uso de este material, es fundamental en estos tiempos de tanta incertidumbre, que además ha recobrado fuerza por razones de bioseguridad.
Siendo así, necesitamos buscar herramientas que nos puedan ayudar a manejar este material que se ha vuelto esencial en nuestra vida cotidiana. La buena noticia es que existe una herramienta para la transformación y reutilización de los residuos: el reciclaje. El problema radical del plástico es que solo el 10% se recicla y su producción sigue en aumento, mientras que la capacidad de reciclaje del país es mínima. Cuando usted haya acabado de leer este artículo, aproximadamente 14.000 kilos de plástico se habrán vertido al mar. ¡Evitemos tener que escuchar en las noticias que muere de nuevo una ballena debido a que tenía el estómago lleno de plástico! ¡Reciclemos!
El reciclaje se convierte, así, en nuestra única salvación frente a un gran problema ambiental. Además, no sólo trae beneficios ambientales, también económicos y sociales. Uno de los grandes retos que presenta la prohibición del plástico de un solo uso es que el reciclaje se ha convertido en una fuente de empleo formal y sostenible; de hecho, en el 2017, se registró que existen en Colombia por lo menos 30.000 recicladores, organizados en 319 agrupaciones de recicladores. Añadiendo a esto, la Corte Constitucional ha estipulado, en la sentencia T-740 de 2015, que los recicladores también son sujetos de especial protección constitucional por las condiciones económicas en las que sobreviven y es deber del Estado garantizar su derecho a la vida digna y al mínimo vital. Siendo así, un proyecto de prohibición afectaría estos derechos fundamentales de los recicladores, catalogados como ciudadanos en estado de vulnerabilidad.
Sin embargo, el reciclaje ha sido una meta difícil de cumplir e implementar en Colombia. Según el Ministerio de Medio Ambiente, en el 2018, solamente se recicló el 17% de los residuos sólidos producidos en el país. Es evidente que debe haber un cambio para lograr incrementar la cifra de reciclaje y, para ello, se debe estudiar modelos como RecycleBank, Escuela de Reciclaje de la UNESCO, entre otros, para lograr construir una política pública efectiva.
Otro de los grandes retos que representa la prohibición del plástico es el impacto económico que este tiene en la economía colombiana que, debido a la situación actual, se ha visto notablemente impactada. Según Acoplasticos, la industria del plástico representa el 8% del PIB de la industria manufacturera en Colombia, exportaciones por 4,5 billones de pesos y ventas por 19 billones de pesos. De igual forma, los datos del DANE, en el 2018, demuestran que la industria del plástico genera más de 40.000 empleos en Colombia, de los cuales, por lo menos, el 50% están relacionados a la producción de bolsas plásticas, plásticos de un solo uso.
Debido a lo anteriormente expuesto, es claro que el reciclaje representa un deber moral en nuestra sociedad: salvar el planeta. No hay duda de que el plástico se ha convertido en un problema de nuestra sociedad actual, pero es más complicado y costoso, en términos económicos y sociales, prohibirlo. Siendo así, es importante entender que la prohibición total de un material que, inevitablemente, va a ser utilizado en ciertos ámbitos, no es la solución y, en vez de aquello, se debe crear conciencia y educar para su buena utilización.
Ana Restrepo Londoño
Estudiante de Derecho
Los plásticos de un solo uso, como menciona la ONU en la Hoja informativa de Diseñadores de Políticas Públicas, son los más perjudiciales para el medio ambiente. Las implicaciones del uso indiscriminado del plástico no se limitan a cuestiones ambientales dado que, estas últimas, por conexidad, afectan la salud y la vida de las personas. La implementación de una política pública, guiada al buen uso de este material, es fundamental en estos tiempos de tanta incertidumbre, que además ha recobrado fuerza por razones de bioseguridad.
Siendo así, necesitamos buscar herramientas que nos puedan ayudar a manejar este material que se ha vuelto esencial en nuestra vida cotidiana. La buena noticia es que existe una herramienta para la transformación y reutilización de los residuos: el reciclaje. El problema radical del plástico es que solo el 10% se recicla y su producción sigue en aumento, mientras que la capacidad de reciclaje del país es mínima. Cuando usted haya acabado de leer este artículo, aproximadamente 14.000 kilos de plástico se habrán vertido al mar. ¡Evitemos tener que escuchar en las noticias que muere de nuevo una ballena debido a que tenía el estómago lleno de plástico! ¡Reciclemos!
El reciclaje se convierte, así, en nuestra única salvación frente a un gran problema ambiental. Además, no sólo trae beneficios ambientales, también económicos y sociales. Uno de los grandes retos que presenta la prohibición del plástico de un solo uso es que el reciclaje se ha convertido en una fuente de empleo formal y sostenible; de hecho, en el 2017, se registró que existen en Colombia por lo menos 30.000 recicladores, organizados en 319 agrupaciones de recicladores. Añadiendo a esto, la Corte Constitucional ha estipulado, en la sentencia T-740 de 2015, que los recicladores también son sujetos de especial protección constitucional por las condiciones económicas en las que sobreviven y es deber del Estado garantizar su derecho a la vida digna y al mínimo vital. Siendo así, un proyecto de prohibición afectaría estos derechos fundamentales de los recicladores, catalogados como ciudadanos en estado de vulnerabilidad.
Sin embargo, el reciclaje ha sido una meta difícil de cumplir e implementar en Colombia. Según el Ministerio de Medio Ambiente, en el 2018, solamente se recicló el 17% de los residuos sólidos producidos en el país. Es evidente que debe haber un cambio para lograr incrementar la cifra de reciclaje y, para ello, se debe estudiar modelos como RecycleBank, Escuela de Reciclaje de la UNESCO, entre otros, para lograr construir una política pública efectiva.
Otro de los grandes retos que representa la prohibición del plástico es el impacto económico que este tiene en la economía colombiana que, debido a la situación actual, se ha visto notablemente impactada. Según Acoplasticos, la industria del plástico representa el 8% del PIB de la industria manufacturera en Colombia, exportaciones por 4,5 billones de pesos y ventas por 19 billones de pesos. De igual forma, los datos del DANE, en el 2018, demuestran que la industria del plástico genera más de 40.000 empleos en Colombia, de los cuales, por lo menos, el 50% están relacionados a la producción de bolsas plásticas, plásticos de un solo uso.
Debido a lo anteriormente expuesto, es claro que el reciclaje representa un deber moral en nuestra sociedad: salvar el planeta. No hay duda de que el plástico se ha convertido en un problema de nuestra sociedad actual, pero es más complicado y costoso, en términos económicos y sociales, prohibirlo. Siendo así, es importante entender que la prohibición total de un material que, inevitablemente, va a ser utilizado en ciertos ámbitos, no es la solución y, en vez de aquello, se debe crear conciencia y educar para su buena utilización.
Ana Restrepo Londoño
Estudiante de Derecho