protegernos de un mal, exponiéndonos a otro: la violencia intrafamiliar en cuarentena
¿Qué pasa cuando, por la cuarentena, millones de familias se encierran en sus casas?
En el mundo violento y machista en el que vivimos, pasa que las tasas de violencia intrafamiliar suben. En Colombia han matado a 19 mujeres y se han presentado más de 3000 denuncias de violencia intrafamiliar durante la cuarentena. En México, las víctimas llegan a 209 y, en Chile, se estima que la violencia de género ha aumentado en un 70%. El problema, ya endémico en el mundo entero, se ha exacerbado porque, a las “razones” de siempre, se le suman el miedo potenciado por la salud, la seguridad y el dinero. Según Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, la violencia doméstica podría subir nada menos que en un 33%, cifra basada en el incremento de los casos iniciales. Sin embargo, las cifras podrían ser mucho mayores ya que es más difícil denunciar al agresor cuando este está cerca todo el tiempo.
La violencia intrafamiliar sube cada vez que las familias pasan más tiempo juntas, mostrando que esto es algo que muchos gobiernos hubieran podido predecir: al obligar a ciertas mujeres a quedarse en sus hogares para no contagiarse del COVID19 las están exponiendo a otros males, probablemente más peligrosos y traumáticos. Era fundamental tomar medidas desde el principio para no tener que improvisar soluciones una vez el problema se hiciera todavía más inminente. Pero en Colombia, como en la mayoría de los países, esto no se hizo y ahora miles de mujeres y de niños están pagando el precio. Fortalecer las líneas de atención a mujeres es dar un paso adelante, pero está lejos de ser suficiente. Las consecuencias a largo plazo de la violencia intrafamiliar son severas. Según la Oficina para la Salud de la Mujer (OWH) “los niños que viven en hogares donde la violencia doméstica ha ocurrido al menos una vez tienen mayor riesgo de repetir el ciclo cuando sean adultos. Un niño que ve a su madre ser víctima de abuso es 10 veces más propenso a abusar a su pareja y una niña que crece en un hogar donde el padre abusa de la madre es seis veces más propensa a ser abusada sexualmente que una niña que crece en un hogar no abusivo.”
Estamos en la mitad de un ciclo vicioso, donde la violencia en el presente aumenta las probabilidades de la violencia en el futuro. Con la violencia intrafamiliar, como con tantos otros problemas, la pandemia se ha encargado de mostrarnos la insostenibilidad de nuestra sociedad y los elementos que la componen. Está en nosotros empezar a imaginar el mundo en la que queremos vivir y este es el momento perfecto para buscar soluciones, porque claramente lo que se ha propuesto hasta ahora no ha sido lo suficientemente efectivo. Hay que tratar el problema desde la fuente y, en vez de solo buscar que los hombres no perpetúen este tipo de violencia, creo que debemos empezar a preguntarnos de dónde surgen estos comportamientos.
Lorenza Martínez Salazar
Estudiante de Economía y Gobierno
En el mundo violento y machista en el que vivimos, pasa que las tasas de violencia intrafamiliar suben. En Colombia han matado a 19 mujeres y se han presentado más de 3000 denuncias de violencia intrafamiliar durante la cuarentena. En México, las víctimas llegan a 209 y, en Chile, se estima que la violencia de género ha aumentado en un 70%. El problema, ya endémico en el mundo entero, se ha exacerbado porque, a las “razones” de siempre, se le suman el miedo potenciado por la salud, la seguridad y el dinero. Según Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, la violencia doméstica podría subir nada menos que en un 33%, cifra basada en el incremento de los casos iniciales. Sin embargo, las cifras podrían ser mucho mayores ya que es más difícil denunciar al agresor cuando este está cerca todo el tiempo.
La violencia intrafamiliar sube cada vez que las familias pasan más tiempo juntas, mostrando que esto es algo que muchos gobiernos hubieran podido predecir: al obligar a ciertas mujeres a quedarse en sus hogares para no contagiarse del COVID19 las están exponiendo a otros males, probablemente más peligrosos y traumáticos. Era fundamental tomar medidas desde el principio para no tener que improvisar soluciones una vez el problema se hiciera todavía más inminente. Pero en Colombia, como en la mayoría de los países, esto no se hizo y ahora miles de mujeres y de niños están pagando el precio. Fortalecer las líneas de atención a mujeres es dar un paso adelante, pero está lejos de ser suficiente. Las consecuencias a largo plazo de la violencia intrafamiliar son severas. Según la Oficina para la Salud de la Mujer (OWH) “los niños que viven en hogares donde la violencia doméstica ha ocurrido al menos una vez tienen mayor riesgo de repetir el ciclo cuando sean adultos. Un niño que ve a su madre ser víctima de abuso es 10 veces más propenso a abusar a su pareja y una niña que crece en un hogar donde el padre abusa de la madre es seis veces más propensa a ser abusada sexualmente que una niña que crece en un hogar no abusivo.”
Estamos en la mitad de un ciclo vicioso, donde la violencia en el presente aumenta las probabilidades de la violencia en el futuro. Con la violencia intrafamiliar, como con tantos otros problemas, la pandemia se ha encargado de mostrarnos la insostenibilidad de nuestra sociedad y los elementos que la componen. Está en nosotros empezar a imaginar el mundo en la que queremos vivir y este es el momento perfecto para buscar soluciones, porque claramente lo que se ha propuesto hasta ahora no ha sido lo suficientemente efectivo. Hay que tratar el problema desde la fuente y, en vez de solo buscar que los hombres no perpetúen este tipo de violencia, creo que debemos empezar a preguntarnos de dónde surgen estos comportamientos.
Lorenza Martínez Salazar
Estudiante de Economía y Gobierno