¿y el pacífico cuándo?
La expansión del coronavirus ha resaltado diferencias estructurales dentro de la sociedad colombiana. Uno de los contrastes más fuertes que he percibido ha sido entre Bogotá y el resto del país. Empecemos porque el centro de atención es la labor del Distrito, supuestamente pionero en todas las medidas para enfrentar la pandemia. Sin embargo, al tiempo que la alcaldesa tomaba decisiones, otros mandatarios locales, como el cartagenero, implementaron medidas similares, pero sin el despliegue mediático del caso bogotano. Además de estas diferencias mediáticas y estructurales, la heterogeneidad dentro de los departamentos es aún mayor. Para evidenciar estas brechas voy a enlistar algunas cifras sobre el litoral Pacífico. No obstante, este análisis no es excluyente a esta región porque zonas periféricas de muchas regiones del país siguen las mismas dinámicas.
Al comparar los municipios del litoral con aquellos, dentro de los mismos departamentos, que no hacen parte de él, se evidencia que el porcentaje de personas en condición de pobreza, según el Índice de Pobreza Multidimensional, es 29 puntos porcentuales (p.p.) superior. En promedio, 67% de los hogares del litoral Pacífico viven en esta condición. Incluso, dentro de este grupo de municipios, las diferencias siguen siendo significativas puesto que, en municipios como el Alto Baudó, el 91% de sus habitantes viven en condición de pobreza multidimensional.
Uno de los componentes del IPM es el aseguramiento en salud, dimensión en la cual el porcentaje de hogares que enfrentan carencias es 8.7 p.p. superior en los municipios del litoral frente a los municipios del otro grupo. Paralelamente a estas cifras que exponen la vulnerabilidad de esta región, María Alejandra Vélez resaltó, hace poco, el déficit en la infraestructura del sistema de salud, teniendo en cuenta que el número de camas de UCI es limitado y concentrado en hospitales privados. A esto se suma que se confirmó el contagio del personal médico en el único hospital público del Chocó. Adicionalmente, los datos recientes sobre el IPM reflejan que el 92% de los hogares de los municipios del litoral Pacífico dependen de ingresos de trabajos informales. En este componente, la cifra correspondiente al Alto Baudó es del 98% y a Quibdó del 89%. Claramente, la magnitud de esta cifra es preocupante y la diferencia frente al resto de municipios es de casi 7 p.p.
Ahora, en cuanto a los jóvenes, quienes son los portadores de cambio en las sociedades, las brechas son mayores en estas circunstancias debido a que la falta de acceso a algunos bienes y servicios trunca el desarrollo de sus trayectorias. Por lo tanto, uno de los principales objetivos de la política, debería orientarse a focalizar esfuerzos para que todos los jóvenes del país tengan acceso a las herramientas para mantener su trayectoria educativa. No obstante, la adversidad en esta región del país es inminente. A partir de los datos del Saber 11, en el segundo semestre del 2019, la proporción de estudiantes que tienen acceso a internet en el litoral Pacífico es 29 p.p. inferior a los estudiantes que viven en otros municipios de estos mismos departamentos. Esta diferencia es de 22 p.p. en cuanto al acceso a computadores en el hogar. A estas disparidades se suman las brechas en seguridad alimentaria. En un trabajo de Karina Acosta se destacan las altas cifras de desnutrición en esta región del país que pueden ser exacerbadas por la pandemia. Por ejemplo, en Tumaco suspendieron la entrega de alimentos a niños en primera infancia, lo cual tendrá efectos de largo plazo en el desarrollo cognitivo de toda una cohorte.
Sin menospreciar el esfuerzo realizado por los gobiernos locales y el Gobierno Nacional, quedan varias preguntas sin responder frente a la atención que recibe esta región del país durante la crisis. ¿Qué acciones se han hecho para mitigar las brechas preexistentes en aras de enfrentar la pandemia en esta región? ¿En qué magnitud se va a ampliar la brecha en el largo plazo por la pandemia? ¿Qué posibilidades tienen los jóvenes del litoral de mantener sus trayectorias educativas en estas condiciones? Esta situación nos ha llevado a profundas reflexiones y, en mi opinión, una de ellas debe estar orientada hacia las regiones del país históricamente olvidadas.
Lucas Marín Llanes
Estudiante de Economía
Al comparar los municipios del litoral con aquellos, dentro de los mismos departamentos, que no hacen parte de él, se evidencia que el porcentaje de personas en condición de pobreza, según el Índice de Pobreza Multidimensional, es 29 puntos porcentuales (p.p.) superior. En promedio, 67% de los hogares del litoral Pacífico viven en esta condición. Incluso, dentro de este grupo de municipios, las diferencias siguen siendo significativas puesto que, en municipios como el Alto Baudó, el 91% de sus habitantes viven en condición de pobreza multidimensional.
Uno de los componentes del IPM es el aseguramiento en salud, dimensión en la cual el porcentaje de hogares que enfrentan carencias es 8.7 p.p. superior en los municipios del litoral frente a los municipios del otro grupo. Paralelamente a estas cifras que exponen la vulnerabilidad de esta región, María Alejandra Vélez resaltó, hace poco, el déficit en la infraestructura del sistema de salud, teniendo en cuenta que el número de camas de UCI es limitado y concentrado en hospitales privados. A esto se suma que se confirmó el contagio del personal médico en el único hospital público del Chocó. Adicionalmente, los datos recientes sobre el IPM reflejan que el 92% de los hogares de los municipios del litoral Pacífico dependen de ingresos de trabajos informales. En este componente, la cifra correspondiente al Alto Baudó es del 98% y a Quibdó del 89%. Claramente, la magnitud de esta cifra es preocupante y la diferencia frente al resto de municipios es de casi 7 p.p.
Ahora, en cuanto a los jóvenes, quienes son los portadores de cambio en las sociedades, las brechas son mayores en estas circunstancias debido a que la falta de acceso a algunos bienes y servicios trunca el desarrollo de sus trayectorias. Por lo tanto, uno de los principales objetivos de la política, debería orientarse a focalizar esfuerzos para que todos los jóvenes del país tengan acceso a las herramientas para mantener su trayectoria educativa. No obstante, la adversidad en esta región del país es inminente. A partir de los datos del Saber 11, en el segundo semestre del 2019, la proporción de estudiantes que tienen acceso a internet en el litoral Pacífico es 29 p.p. inferior a los estudiantes que viven en otros municipios de estos mismos departamentos. Esta diferencia es de 22 p.p. en cuanto al acceso a computadores en el hogar. A estas disparidades se suman las brechas en seguridad alimentaria. En un trabajo de Karina Acosta se destacan las altas cifras de desnutrición en esta región del país que pueden ser exacerbadas por la pandemia. Por ejemplo, en Tumaco suspendieron la entrega de alimentos a niños en primera infancia, lo cual tendrá efectos de largo plazo en el desarrollo cognitivo de toda una cohorte.
Sin menospreciar el esfuerzo realizado por los gobiernos locales y el Gobierno Nacional, quedan varias preguntas sin responder frente a la atención que recibe esta región del país durante la crisis. ¿Qué acciones se han hecho para mitigar las brechas preexistentes en aras de enfrentar la pandemia en esta región? ¿En qué magnitud se va a ampliar la brecha en el largo plazo por la pandemia? ¿Qué posibilidades tienen los jóvenes del litoral de mantener sus trayectorias educativas en estas condiciones? Esta situación nos ha llevado a profundas reflexiones y, en mi opinión, una de ellas debe estar orientada hacia las regiones del país históricamente olvidadas.
Lucas Marín Llanes
Estudiante de Economía